Al contrario. Es la evolución de la democracia. ¿Qué es más democrático? ¿Un político que negocia tu futuro a puertas cerradas y te miente durante 4 años, o un sistema 100% transparente que podés auditar desde tu celular, 24/7, y saber con total certeza qué va a votar? El poder vuelve a las ideas y a los principios, no a la voluntad cambiante de una persona.

Somos un colectivo de ciudadanos santafesinos hartos de la vieja política. Pero la pregunta sobre la financiación, aunque válida para un político tradicional, es irrelevante para nuestro sistema. El Diputado IA no puede ser comprado. Su voto no está en venta. No puede desviarse de su doctrina aunque le ofrezcan todo el oro del mundo. ¿Puede un candidato de la Clase Política garantizarte lo mismo?

El Instrumento (la persona física en la banca) firma un contrato legal y vinculante, ante escribano público, que lo obliga a votar exclusivamente lo que dicta el sistema. Cualquier desviación se considera un incumplimiento de contrato con consecuencias legales severas y la exigencia de su renuncia inmediata. El verdadero poder no reside en la persona, sino en la fuerza del contrato que todos podemos vigilar.

Nuestro sistema es mucho más simple y seguro que una IA de ciencia ficción. No "piensa" por sí mismo. Es un motor lógico que aplica principios fijos. Su fortaleza es, precisamente, su predictibilidad. Puede fallar en no encontrar información de último minuto (y te lo dirá con honestidad), pero NUNCA fallará en su coherencia. Una falla de nuestro sistema es un error técnico mejorable. Una "falla" de un político es una traición intencionada.

Porque llevamos 40 años votando por personas y el resultado es siempre el mismo: promesas rotas, desconfianza y estancamiento. Las personas son falibles. Los sistemas, si están bien diseñados, son coherentes. Votar por el Diputado IA no es un acto de fe en una persona, es una inversión en un método basado en la certeza, la transparencia y la coherencia inalterable.